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El antiguo mercado de Piura frente a la Plazuela Tres Culturas, donde actualmente se ubica la Corte Superior de Justicia de Piura y el Ministerio Público. Foto: Diario El Peruano. |
Las casonas del centro de Pira me recuerdan mi vieja casa, cuyas paredes eran de quincha, caña y adobe, pero con una puerta de latón, con un patio enorme, que tiene una historia que me gustaba escuchar constantemente y lo que me hacía comprender por qué cada domingo o sábado mi abuela le pedía a mi tío un balde de chicha.
Para la familia un poto de chicha no tiene pierde, en ningún momento, pues crecieron entre cántaros y música criolla, cuando el tío abuelo y sus amigos, tocaban criollos, al rimo de una guitarra, un acordeón, y un par de cucharas, como decían ellos se armaba la jarana y la casa se llenaba de par en par de gente bailando y disfrutando de las delicias que la bisabuela Delfina preparaba.
Muy a pesar de que sea ahora Piura, una zona urbana, no ha perdido la esencia de ella, el calor y el abrazo tierno de la gente, la alegría y la belleza. Piura en su madurez aún preserva su Pola, la historia de Grau, el algarrobo más viejo, la sabrosura de sus delicias gastronómicas que son una explosión de sabores en el paladar del turista y del lugareño. Piura es un frito en la mañana y un ceviche picantito, un clarito heladito y un seco de cabrito un domingo al mediodía, aunque bueno para nosotros cualquier día u hora es excelente para saborearlos.
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